Kentucky Pizzería
Pizzería Pin Pun
Il Forno
Anoche pintó comer afuera y comer afuera como a mí me gusta. Eso implica ir caminando cuatro cuadras, tranquilos, de la mano, charlando sobre los mini-macro acontecimientos del día hasta seguir la charla sentados en un banco-unido-a-mesa de madera, afuera. Ideal para noches de verano.
Las dos camareras que nos atendieron lo hicieron de lujo, con esa buena onda relajada que palpita al son del clima de mangas cortas. Nos trajeron pan calentito para inspirarnos en la opción de pizza, y bebidas muy frías. Ojo al piojo, a estas temperaturas, ese dato no es menor.
Nos decidimos por una pizza Mediterránea, de masa fina hecha al horno de barro. Viene con champi, tomates secos, generosa rúcula, láminas de un queso que no recuerdo, aceitunas cortadas chiquitas y otras enteras que se desprenden con maestría de su carozo. El veredicto es riquísima, felicitaciones, siga así. Y además no es para nada pesada. ¡Ah! Va dato de rigor: con una Coca y una Heineken de litro + pizza pagamos $92. Cenar rico, de verano y bien acompañada, no tiene precio.
Il Forno
D: Eduardo Costa 874, esquina Int. Alfaro, Acassuso
T: 4792-2803
Las Tercetas
Dejando de lado al motivo que causó mi vida paralela en zona norte, la verdad es que está siendo muy buena. Es como el sueño del pibe que se va de viaje a Manhattan a quedarse en la casa de un gran amigo y a vivir su día a día, escapándose del mote de turista paleto para convertirse en un verdadero hispter de la Gran Manzana. Bueno, yo estoy mordiendo la Gran Pizza de Martínez gracias a Mr. Oso y Miss Pipi, hermano y cuñada de Mr. P.
Sucede que desde que conozco a la familia de P, Oso y Pipi vienen haciendo campaña de las mejores cocinas de Martínez, Bajo San Isidro, Beccar y aledaños. Las Tercetas siempre fue su candidato (plato) más fuerte, al que finalmente tuve el gusto de visitar para experimentar su mística hace una semana. Llovía sobre el Gran Buenos Aires. Más mística.
Llegamos a la esquina de Las Tercetas y ya me gustó: pizzería de barrio con toldos de plástico para cerrar la vereda y preservar las mesas de la lluvia, al palo de gente (conseguimos la penúltima mesa), mucho barullo, mucho de todo, desde el equipete de cinco que vuelven de jugar al fútbol hasta una larga mesa de señoras paquetas celebrando el fin de año. Clima de barrio, aplausos y traeme el menú.
Llegó el menú, un panfleto del delivery recién impreso. El camarero de pizzería de barrio como lo pinta su rol: copadísimo, rápido, expeditivo y de buena charla. Es de los que saben cuándo es prudente dejar la mesa. Pero la posta en Las Tercetas es que te atienda su dueño…
Cuenta la leyenda, escrita por Oso y Pipi, que el flaco te hace pasar la prueba. Llegás por primera vez y sos un nabo. El flaco te mira con desconfianza, casi elije por vos lo que tenés que comer y te trae lo que quiere. Pero lejos de irritarte, este flaco es prácticamente la razón por la que venís a comer acá. Tiene ese nosequé de capitán de cocina que impone respeto, distancia a minimizar, posterior complicidad y, sobre todo, muy buenas anécdotas. Yo no tuve el gusto de tratarlo. A mí me comería viva.
Lo que comimos fue del más allá. Atienda quién te atienda, el resultado es una comida pulenta, deliciosa, crocante y memorable. Vas a tener que priorizar espacio en el estómago, así que pedite agua y dejate llevar (o soda, que acá es de sifón, claro que sí). No te pierdas las empanadas por nada del mundo, sobre todo la de jamón y queso.
En pizzas catamos el terreno de la de mozzarella (¡madre mía!), fugazza (con todas sus cebollas escondidas bajo un manto de queso sabroso) y napolitana, ¡viva Italia!
Antes de cerrar con una ovación de pie por el clima, sabor y buen momento vivido, aprovecho que tengo el menú con precios y les paso un par: empanadas $5 cada una, las pizzas chicas parten en $28 y las grandes en $34 (y no pasa de $70). Ahora sí, un aplauso de pie a Oso y Pipi que convirtieron una noche de semana en un gran recuerdo y en una promesa de regreso.
Las Tercetas
D: Diagonal Tucumán 699, Martínez.
T: 4792-4980
Nota fotos: Me jugué a hacer un post con fotos de móvil. Por Dios apestan.