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Kentucky Pizzería


Una vez salimos del cine Multiplex Belgrano, en Mendoza y Obligado, sin cenar y con ganas de comer algo sin esperar mucho. Freddo decantó como la opción ideal, a sólo dos cuadras de la boca de sala. Y como siempre, Freddo estaba al palo. Por suerte mi cuñada Vicky vio la luz cruzando Juramento: una pequeña (en comparación con otras) sucursal de la pizzería Kentucky, brillando linda y nueva. Chau miseria de helado por mil pesos, es hora de pizza al corte…



El lugar tiene una onda vintage hecha a nuevo, con venecitas blancas y rojas a media pared, grandes espejos pintados a mano con las pizzas estrellas de la casa, y bochas de iluminación que cuelgan pintorescas sobre la gran barra donde pedís tu combo (o pizza individual) y la pagás. Esto es “autoservicio” (y va el uso de comillas porque vos te autoservís el pedido y los mozos te lo alcanzan casi inmediatamente a la mesa).




La alegría de tener pizza rápida recién horneada a la vuelta del cine sólo se compara con los precios. Las dos veces que fuimos éramos cuatro, así que por $15 cada uno comimos dos porciones de napolitana (por ejemplo) + dos porciones de fainá + una gaseosa de litro. ¿CUÁNDO FUE LA ÚLTIMA VEZ QUE PAGASTE 15 MANGOS PARA COMER SATISFACTORIAMENTE? ¡Tomá Mc, aprendé!



Es lo que es: una pizza de masa gorda, grasienta y sabrosa; y una comida barata asegurada en poco tiempo, disponible las 24 horas del día. ¿Quién quiere otra porción?  



Kentucky Pizzería
D: Juramento entre Cabildo y Obligado, Belgrano (entre muchísimas otras).


Pizzería Pin Pun

Retomamos la historia. Venimos con calor, hambre y sin destino culinario. El azar nos pone frente a empanadas con repulgues tentadores y la posibilidad de una Coca Cola helada. Listo, no necesitamos nada más. Entramos a la Pizzería Pin Pun, en Corrientes 3954, y nos dirigimos muy lentamente a las mesas del fondo, para poder mirar los detalles del salón que nos recibe…





Esto está genial. ¿En qué década estamos? Los carteles, las botellas expuestas, los cerámicos de la pared, falta Olmedo disfrazado de mozo. Igual con el mozo que nos atiende nos quedamos contentos igual, es amable y tan rápido como nuestras ganas de terminar con el hambre. No trae menú porque está pegado en la pared, al lado de la mesa. Está pegado al lado de todas las mesas, sobre un mosaico que podría haber estado en la casa de algún par de abuelos. Y no nos olvidemos del ventilador gigante, que nos apunta directamente a nosotros.





Pedimos dos empanadas de jamón y queso fritas porque somos guachi pistolas y una Coca bien fría. El mozo trae todo en menos de cinco minutos. Amamos el vasito, lo llenamos y calmamos la sed. Empezamos a comer…



¡MMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMM! Madre mía, qué rica empanada. Esta bomba tiene el queso correcto, la cantidad de jamón correcta (que para mi no tiene que ser mucho), es crujiente y muy sabrosa. Con una ya hubiera estado bien, pero nos da cosa dejar la otra, así  que intentamos comerla. Sólo llegamos a un cuarto.

Puede que nos sintamos algo pesados pero son esas sensaciones que valen la pena, más si las podés bajar con una gaseosa que parece no calentarse jamás. Hacemos parte de la digestión, pedimos la cuenta y pagamos $25 con propina. Juntamos un poco de valor y nos acercamos al que aparenta ser el dueño para pedirle permiso para sacar fotos. Nos mira con desconfianza y nos pregunta para dónde son. Una página web, le respondemos. Silencio. “Es que nos gusta tanto este lugar que vinimos de muy lejos para comer, somos de Núñez”, le contamos (dejamos de lado el factor azar, una mentirita así pasa bajo el radar). Ahí se le iluminó la cara. De dónde, pregunta. Respondemos y vemos que somos casi vecinos. Ahí sí, pase y saque fotos. No queremos abusar la hospitalidad, sacamos muy pocas…

La de la entrada


La del pizzero contento


Y la de la enorme pizarra de felpa que anuncia los precios con letritas (a la izquierda sonríe nuestro vecino).



Entre agradecimientos, elogios y risas, nos despedimos de la gente y de un nuevo lugar, que nos recibió muy bien cuando teníamos hambre, calor y ganas de conocer los secretos de un repulgue muy tentador.



Pizzería Pin Pun
D: Corrientes 3954, Almagro.



Il Forno


Anoche pintó comer afuera y comer afuera como a mí me gusta. Eso implica ir caminando cuatro cuadras, tranquilos, de la mano, charlando sobre los mini-macro acontecimientos del día hasta seguir la charla sentados en un banco-unido-a-mesa de madera, afuera. Ideal para noches de verano.


Las dos camareras que nos atendieron lo hicieron de lujo, con esa buena onda relajada que palpita al son del clima de mangas cortas. Nos trajeron pan calentito para inspirarnos en la opción de pizza, y bebidas muy frías. Ojo al piojo, a estas temperaturas, ese dato no es menor.



Nos decidimos por una pizza Mediterránea, de masa fina hecha al horno de barro. Viene con champi, tomates secos, generosa rúcula, láminas de un queso que no recuerdo, aceitunas cortadas chiquitas y otras enteras que se desprenden con maestría de su carozo. El veredicto es riquísima, felicitaciones, siga así. Y además no es para nada pesada. ¡Ah! Va dato de rigor: con una Coca y una Heineken de litro + pizza pagamos $92. Cenar rico, de verano y bien acompañada, no tiene precio.



Il Forno

D: Eduardo Costa 874, esquina Int. Alfaro, Acassuso

T: 4792-2803



Las Tercetas


Dejando de lado al motivo que causó mi vida paralela en zona norte, la verdad es que está siendo muy buena. Es como el sueño del pibe que se va de viaje a Manhattan a quedarse en la casa de un gran amigo y a vivir su día a día, escapándose del mote de turista paleto para convertirse en un verdadero hispter de la Gran Manzana. Bueno, yo estoy mordiendo la Gran Pizza de Martínez gracias a Mr. Oso y Miss Pipi, hermano y cuñada de Mr. P.

Sucede que desde que conozco a la familia de P, Oso y Pipi vienen haciendo campaña de las mejores cocinas de Martínez, Bajo San Isidro, Beccar y aledaños. Las Tercetas siempre fue su candidato (plato) más fuerte, al que finalmente tuve el gusto de visitar para experimentar su mística hace una semana. Llovía sobre el Gran Buenos Aires. Más mística.

Llegamos a la esquina de Las Tercetas y ya me gustó: pizzería de barrio con toldos de plástico para cerrar la vereda y preservar las mesas de la lluvia, al palo de gente (conseguimos la penúltima mesa), mucho barullo, mucho de todo, desde el equipete de cinco que vuelven de jugar al fútbol hasta una larga mesa de señoras paquetas celebrando el fin de año. Clima de barrio, aplausos y traeme el menú.


Llegó el menú, un panfleto del delivery recién impreso. El camarero de pizzería de barrio como lo pinta su rol: copadísimo, rápido, expeditivo y de buena charla. Es de los que saben cuándo es prudente dejar la mesa. Pero la posta en Las Tercetas es que te atienda su dueño…

Cuenta la leyenda, escrita por Oso y Pipi, que el flaco te hace pasar la prueba. Llegás por primera vez y sos un nabo. El flaco te mira con desconfianza, casi elije por vos lo que tenés que comer y te trae lo que quiere. Pero lejos de irritarte, este flaco es prácticamente la razón por la que venís a comer acá. Tiene ese nosequé de capitán de cocina que impone respeto, distancia a minimizar, posterior complicidad y, sobre todo, muy buenas anécdotas. Yo no tuve el gusto de tratarlo. A mí me comería viva.

Lo que comimos fue del más allá. Atienda quién te atienda, el resultado es una comida pulenta, deliciosa, crocante y memorable. Vas a tener que priorizar espacio en el estómago, así que pedite agua y dejate llevar (o soda, que acá es de sifón, claro que sí). No te pierdas las empanadas por nada del mundo, sobre todo la de jamón y queso.

En pizzas catamos el terreno de la de mozzarella (¡madre mía!), fugazza (con todas sus cebollas escondidas bajo un manto de queso sabroso) y napolitana, ¡viva Italia!


Antes de cerrar con una ovación de pie por el clima, sabor y buen momento vivido, aprovecho que tengo el menú con precios y les paso un par: empanadas $5 cada una, las pizzas chicas parten en $28 y las grandes en $34 (y no pasa de $70). Ahora sí, un aplauso de pie a Oso y Pipi que convirtieron una noche de semana en un gran recuerdo y en una promesa de regreso.



Las Tercetas

D: Diagonal Tucumán 699, Martínez.

T: 4792-4980


Nota fotos: Me jugué a hacer un post con fotos de móvil. Por Dios apestan.



Alma Singer Take Me Out. Todos los derechos reservados. © Maira Gall.