Las Tercetas


Dejando de lado al motivo que causó mi vida paralela en zona norte, la verdad es que está siendo muy buena. Es como el sueño del pibe que se va de viaje a Manhattan a quedarse en la casa de un gran amigo y a vivir su día a día, escapándose del mote de turista paleto para convertirse en un verdadero hispter de la Gran Manzana. Bueno, yo estoy mordiendo la Gran Pizza de Martínez gracias a Mr. Oso y Miss Pipi, hermano y cuñada de Mr. P.

Sucede que desde que conozco a la familia de P, Oso y Pipi vienen haciendo campaña de las mejores cocinas de Martínez, Bajo San Isidro, Beccar y aledaños. Las Tercetas siempre fue su candidato (plato) más fuerte, al que finalmente tuve el gusto de visitar para experimentar su mística hace una semana. Llovía sobre el Gran Buenos Aires. Más mística.

Llegamos a la esquina de Las Tercetas y ya me gustó: pizzería de barrio con toldos de plástico para cerrar la vereda y preservar las mesas de la lluvia, al palo de gente (conseguimos la penúltima mesa), mucho barullo, mucho de todo, desde el equipete de cinco que vuelven de jugar al fútbol hasta una larga mesa de señoras paquetas celebrando el fin de año. Clima de barrio, aplausos y traeme el menú.


Llegó el menú, un panfleto del delivery recién impreso. El camarero de pizzería de barrio como lo pinta su rol: copadísimo, rápido, expeditivo y de buena charla. Es de los que saben cuándo es prudente dejar la mesa. Pero la posta en Las Tercetas es que te atienda su dueño…

Cuenta la leyenda, escrita por Oso y Pipi, que el flaco te hace pasar la prueba. Llegás por primera vez y sos un nabo. El flaco te mira con desconfianza, casi elije por vos lo que tenés que comer y te trae lo que quiere. Pero lejos de irritarte, este flaco es prácticamente la razón por la que venís a comer acá. Tiene ese nosequé de capitán de cocina que impone respeto, distancia a minimizar, posterior complicidad y, sobre todo, muy buenas anécdotas. Yo no tuve el gusto de tratarlo. A mí me comería viva.

Lo que comimos fue del más allá. Atienda quién te atienda, el resultado es una comida pulenta, deliciosa, crocante y memorable. Vas a tener que priorizar espacio en el estómago, así que pedite agua y dejate llevar (o soda, que acá es de sifón, claro que sí). No te pierdas las empanadas por nada del mundo, sobre todo la de jamón y queso.

En pizzas catamos el terreno de la de mozzarella (¡madre mía!), fugazza (con todas sus cebollas escondidas bajo un manto de queso sabroso) y napolitana, ¡viva Italia!


Antes de cerrar con una ovación de pie por el clima, sabor y buen momento vivido, aprovecho que tengo el menú con precios y les paso un par: empanadas $5 cada una, las pizzas chicas parten en $28 y las grandes en $34 (y no pasa de $70). Ahora sí, un aplauso de pie a Oso y Pipi que convirtieron una noche de semana en un gran recuerdo y en una promesa de regreso.



Las Tercetas

D: Diagonal Tucumán 699, Martínez.

T: 4792-4980


Nota fotos: Me jugué a hacer un post con fotos de móvil. Por Dios apestan.



4 comentarios:

Antigua Feria dijo...

ajajjajajaj morí con este post...es la pizzería de mi barrio a la cual voy hace 30 años!!! El dueño es el gallego, creo que todavía vive y desde que nació no se saca la camiseta ballenera...él se dedica a atender a los legendarios borrachines del barrio que tienen su mesa bien al fondo del salón por donde quedó perdida una barra de aperitivos de los '50. La señora es la gallega, mujer de armas tomar y de preparar la pizza...ella te saca la muzza de la leche directo a la prepizza y la manda al horno. El mozo es el yerno, es el que te atiende con toda la onda y que levantó el local cuando estuvo a punto de quebrar por la moda de pizza a dos mangos. La hija atiende la caja. Es toda una institución en el barrio y fueron los últimos en tener delivery jua!
Te recomiendo ya que andás de tour gastronómico por la zona una parrilla bien de barrio, nada paqueta pero con buena carne...se llama Simoca, sobre Fleming casi Corrientes y otro imperdible es Bar Martín en Berutti y Córdoba (del otro lado de Las Tercetas) bar de hombres a los cuales las mujeres no entramos o de última nos sentamos en la mesita de afuera. A la tarde pega el escolazo y si pasas por la vereda te miran de arriba abajo pero a la vieja usanza no te piropean ajajajja Besos!!!

vero mariani dijo...

JAJAJAJAJAJAJAJAJ DANI SOS LO MAAAAAAAAAAAAAAS!!! Qué grandes contribuciones al post!!! Es la mirada que nos faltaba!! Sos lo más, gracias nenaaaaaaaaaaaa!!! Y voy a tener que visitar los otros lugares, oh sí! jajaja!

Beso enormeeeeee y GRACIAS GRACIAS GRACIAS!

Ro dijo...

Ya que andás por zona norte, y en plan pizzería, te recomiendo "il Forno", Sobre Eduardo Costa frente a estación Acasusso, a media cuadra de Carlitos (mismos dueños, pero es sólo anecdótico, la propuesta es otra). Panes, pizzas y empanadas en horno de barro: una delicia.

Marisa dijo...

Me encanto la foto con el sifon ,eso es lo que me gusta de este espacio y de vos en particular que aprecias esas cosas cotidianas que logran identificarnos con nuestra esencia , no esos " platos de autor " que entran en un dedal y se pierden en una muela
Me gusta , como decian las maestras del colegio SIGUE ASI !

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